Alicia, Oaxaca
Sobreviviente de un intento de
feminicidio
sin reparación del daño
Por Citlalli López Velázquez
La justicia carece de un enfoque de género.
Una resolución sin este enfoque impacta de manera negativa porque deja a las denunciantes con un sentimiento de desilusión, enojo e incertidumbre, mientras que el mensaje a los agresores es de impunidad y permisividad para cometer delitos.
“Mi expareja intentó matarme. Fue el 11 de octubre de 2015. Ora sí que, como a las 5:30 o 5:40 de la madrugada, un domingo me agarró a machetazos. La verdad, ya no supe cómo me fui para el hospital”, cuenta Alicia*, una empleada del hogar de 50 años que sobrevivió a un intento de feminicidio.
En la sentencia del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Oaxaca por la causa penal 233/2015, emitida el 21 de febrero de 2018, el juez Luis Salvador Cordero Colmenares no dictó para el agresor la pena máxima de 60 años de cárcel, pese a los antecedentes de violación y maltrato que constan en el expediente del caso, ni garantizó la reparación del daño.
Alicia observa las marcas que dejaron las heridas en su rostro, brazos y manos, y manifiesta su enojo por no haber recibido una justicia integral. Traga saliva y se acomoda el cabello detrás de la oreja antes de empezar a relatar su historia.
Esa madrugada de octubre, su concubino Salomé N. J. le exigió tener relaciones sexuales. Alicia se negó. “Vas a ser mía, por las buenas o por las malas. Te voy a matar”, la amenazó. Su último trabajo había sido como chofer, pero en los últimos seis meses había estado desempleado.
Salomé sacó el machete que guardaba debajo del ropero. Primero la golpeó con el mango en el estómago. Alicia cayó al piso, donde la hirió con el filo en el lado derecho del rostro, en un dedo de la mano derecha, y en la espalda, el cuello y los brazos. Paró el ataque tras ser descubierto por una familiar que ingresó al domicilio cuando escuchó los gritos. Alicia se incorporó hasta sentarse en el borde de la cama, luego perdió el conocimiento.
Ese día, después de ser atendida en el Hospital General Dr. Aurelio Valdivieso, presentó una denuncia formal contra Salomé por los delitos de tentativa de feminicidio, violencia familiar, lesiones calificadas y los demás que se configuraran.
Alicia refirió, según se lee en el expediente, que en diciembre de 2013, tras un año de relación, Salomé comenzó a maltratarla. “Me celaba, me insultaba, siempre me decía que si yo andaba con alguien, que si había ido a ‘culiar’, y me decía que me iba a revisar. Así estuvo insultándome por varios meses hasta la fecha”.
En los meses previos al intento de feminicidio, Salomé se volvió más violento. En junio de 2015, Alicia lo acusó de violación, pero la denuncia no fue recibida por los agentes del Ministerio Público con el argumento de que sería un trámite largo y no podían garantizar que se girara una orden de aprehensión en contra del agresor.
Una segunda denuncia, por violencia familiar, violación y lesiones, fue presentada por Alicia el 2 de octubre. Asegura que Salomé la dejó inconsciente tras intentar matarla. Las autoridades abrieron la averiguación previa 1239 (V.I)/2015, pero no la protegieron de su concubino, que siguió viviendo en la casa. El 9 de octubre, Salomé intentó violarla cuando pasaba por un terreno baldío. Al día siguiente ocurrió el intento de feminicidio.
#JusticiaPatriarcal
“A base de las lesiones que tuve, ora sí que quedé muy mal. Mi ojo ora sí que no ve muy bien, se me empaña mucho la vista, y luego mi brazo no tiene fuerza, y mi oído tampoco porque haga de cuenta que tengo como una telita aquí que no me deja a veces escuchar, por eso hasta me quito el pelo y hago el intento de tragar saliva para ver si así escucho un poquito mejor. La verdad quedé muy mal, a veces veo gente que me dice: ¿y ora qué te pasó? Le digo: ¿qué de qué? Me hacen sentir mal porque me dicen: ¿te lastimaste? Mira cómo está tu cara, te hace falta un pedazo de oreja, me lo dicen vulgarmente”.
Salomé fue sentenciado por tentativa de feminicidio a 44 años, cinco meses y diez días de prisión. También se determinó que debía pagar una multa de 35 mil 50 pesos, destinada al Fondo para la Administración de Justicia del Estado, y la reparación del daño causado a Alicia, cuyo monto se definiría en un incidente por separado, lo que no ha ocurrido.
“Yo de por vida quedé mal, muchas partes de mi cuerpo ya no funcionan como antes. No hubo reparación del daño. Los jueces dijeron que después, pero falta que me hagan una valoración médica profesional para demostrar que quedé mal. Mientras tanto, ya no puedo ni trabajar. Hago mis labores, pero con mucho esfuerzo, porque pago renta, como, me visto”.
Las heridas de machete le dejaron una discapacidad en el brazo. Por eso, actividades como barrer, que desempeña en su trabajo de empleada del hogar, le resultan difíciles. “No puedo utilizar bien mi brazo porque no tiene fuerza, por esa razón a veces me pego yo en la herida porque se me desmaya”. A causa de los golpes que recibió, sufre pérdida de visión en un ojo, esto le ha impedido buscar otro tipo de empleo. Sobrevivir es para Alicia una batalla diaria.
Yo tengo que luchar, con lo que tenga debo de salir adelante porque ¿qué puedo hacer? De por vida ya quedé así. Los doctores son muy crueles para decirte las cosas. No son personas que te digan: mira, va a ser esto o lo otro, que te lo digan con calma. No, ellos dicen: ya te quedaste ciega de por vida y órale, vete; cuídate de no andar en el sol, de no estar en lo caliente. Ahora ni para buscar trabajo haciendo tortillas, pero, aunque yo me esté muriendo en vida, tengo que luchar”.
Alicia gana 120 pesos al día por una jornada de 12 horas como trabajadora del hogar, de las 8 de la mañana a las 8 de la noche. Uno de sus hijos se vio obligado, tras el ataque, a dejar sus estudios de educación media superior y trabajar para contribuir a los gastos familiares.
“Si mucho, llego a ganar 150 pesos si no pido comida, de eso tengo que pagar medicamentos, luz, renta, agua, consultas médicas que, algunas, me salen en 500 o 700 pesos. En diciembre es peor todavía porque con el frío se me entume la cabeza, parece que me va a estallar. Me tomo paracetamol porque el dolor es constante. Cosas duras no puedo masticar porque siento que uno de mis huesos me truena”.
Sentencia sin perspectiva de género
Una sentencia con perspectiva de género podría haber elevado el castigo de Salomé a 60 años de prisión por tentativa de feminicidio agravado, al valorar las lesiones de la víctima, las secuelas degenerativas y el daño irreversible, considera la abogada Ana María Robles, que representa a Alicia.
Ana María Robles, Abogada
“El juez se concretó a dictar una sentencia con pena corporal y multa por el hecho, pero no se tramita la reparación del daño por lesiones considerando que tiene pérdida de visión en un ojo, pérdida de capacidad auditiva, problemas de clavícula en uno de los brazos, y cicatrices visibles en cara y cuerpo, que si bien es cierto se cubren con cirugía, eso habla de lesiones hechas con un machete con la intención de matarla”, señala la también coordinadora del grupo focalizado para la atención a víctimas de feminicidio en Oaxaca del Programa de Apoyo a las Instancias de Mujeres en las Entidades Federativas (PAIMEF).
La actuación del juez Cordero Colmenares fue insuficiente y se ejerció desde una posición machista, considera Alicia, porque para el establecimiento de la pena no se consideraron los antecedentes de violencia, las dos denuncias previas y la intención firme de asesinato que tenía su agresor. “A mí me parece injusto”.
La metodología diseñada por la organización feminista Equis Justicia para las Mujeres para examinar las resoluciones de la judicatura desde la perspectiva de género plantea la revisión de ocho elementos: análisis de los hechos, valoración de la situación de riesgo y de la necesidad de dictar medidas de protección, recopilación y validación de las pruebas, identificación de los derechos afectados, evaluación de la normativa aplicable al caso, argumentación o razonamiento manejado en la sentencia, reparación del daño y medidas de seguimiento.
- Análisis de los hechos
- Valoración de la situación de riesgo y de la necesidad de dictar medidas de protección
- Recopilación y validación de las pruebas
- Identificación de los derechos afectados
- Evaluación de la normativa aplicable al caso
- Argumentación o razonamiento manejado en la sentencia
- Reparación del daño
- Medidas de seguimiento
En el caso de Alicia se incumplieron por lo menos cuatro elementos, ya que no se realizó un análisis de los hechos para identificar las características de las personas involucradas, sus condiciones de vida, el contexto del conflicto, así como los comportamientos y prácticas cotidianas que derivan en desigualdad, violencia o discriminación contra las mujeres.
Tampoco hubo una valoración de las pruebas para entender cómo influyeron los roles, la desigualdad y la violencia de género en los hechos. No se identificaron los derechos afectados para detectar otros daños a los derechos humanos, ni hubo seguimiento para garantizar el cumplimiento de la sentencia.
Alicia no contó con un asesor jurídico que le diera acompañamiento durante el desahogo de las diligencias, la emisión de la sentencia y la reparación del daño.
“Esta sentencia, el juez la emite simplemente con lo que encuentra en el expediente, no hay una perspectiva de género”, afirma Robles. “Sentimos que dijo: ya la lesionó, esta es su pena y ahí usted cuando se valore y tenga el monto de lo que salen sus curaciones me dice para que, con un incidente en la vía de ejecución de sanciones, ustedes tramiten el pago de la reparación del daño, pero ahora nos encontramos con que el procesado no tiene bienes para el pago de la reparación, y volvemos a revictimizar a la usuaria porque su inquietud ahora es cómo sobrevivir al futuro incapacitada y con deudas”.
Aprovechando beneficios y reformas legales, Salomé, de 51 años, promovió un amparo contra la sentencia bajo el argumento de que es excesiva, dado que —según declaró— no tenía intenciones de matar a Alicia.
Después de que Salomé interpuso el amparo, Robles tomó el caso de Alicia. Ambas aguardan la resolución del juicio.
“Estamos a la espera de que nos notifiquen como terceros interesados para poder contestar con elementos suficientes y manifestarle al juez que no estamos de acuerdo con la pena impuesta”, agrega la abogada. Conforme a su experiencia, sostiene que la aplicación de la justicia carece de un enfoque de género no solo en los casos de violencia feminicida como el de Alicia; los grupos focalizados de atención a víctimas de violencia sexual y familiar del PAIMEF han encontrado carpetas de investigación en el nuevo sistema de justicia penal en las que la magistratura se dedica a especular sobre las actividades de las usuarias denunciantes.
“Si alguna chica trabaja en un bar, discoteca o restaurante, aducen que tenía una vida social cuestionable con base en estereotipos de género y no le dan acceso a la justicia”, precisa la abogada. La judicatura tendría que abocarse a castigar a los infractores y no a cuestionar a las víctimas, añade.
María Antonia Cruz Montero, quien colaboró con Equis Justicia para las Mujeres en el análisis de sentencias desde la perspectiva de género, explica que una resolución sin este enfoque impacta de manera negativa porque deja a las denunciantes con un sentimiento de desilusión, enojo e incertidumbre, mientras que el mensaje a los agresores es de impunidad y permisividad para cometer delitos.
La presidenta del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Oaxaca, María Eugenia Villanueva Abraján, admite que aún falta mucho trabajo por hacer en el Poder Judicial para que se juzgue con perspectiva de género.
Los lineamientos y la normatividad, considera, se imponen entre quienes imparten justicia. Si bien las sentencias responden a los parámetros legales, “debemos aprender a salirnos y aplicar una justicia más reparativa, completa. Tenemos mucho por hacer. Nos estamos viendo rezagados en el Poder Judicial, tenemos que sensibilizar a nuestros juzgadores para que podamos aprender que, lejos de la línea divisoria de la ley, podemos ser más precisos siendo justos, y la justicia se hace con el más desvalido y el más desprotegido”.
* El nombre es ficticio para resguardar la integridad de la víctima.